Además de ¡ a
ver quién promete más!, sabiendo que muchas de las viandas que se ofrecen
no llegarán en la mesa después de las elecciones, algunos dirigentes políticos
no se cortan un pelo haciendo el ridículo con escenificaciones de impostura.
Tales son los casos de esa innovación televisiva en la que determinados
candidatos se someten a las preguntas de los niños e intercambian diálogos con
ellos.
Los
interpelados simulan descender a la candidez de la infancia y se prodigan en
sonrisas, guiños y locución pretendidamente didáctica, para tratar
de transmitir empatía y ganarse a los púberes y a su familiares- especialmente a
los papis y abuelitos- que viendo el “show”, cómodamente instalados en el sofá
frente al televisor, se recrearán con lo bien que han quedado sus listísimos y
ocurrentes pequeños. No obstante, el fin primordial de esta técnica es
representar cercanía, espontaneidad, sencillez y sinceridad para incrementar a
su favor los votos del electorado.
Ya sólo falta
que interpreten a los inolvidables payasos Gabi, Foto, Miliki y Milikito en el
circo o en el plató. Pero no demos ideas. Serían capaces de hacerlo a la caza
del voto, aunque resultasen burdas parodias.
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