miércoles, 22 de junio de 2016

EXHIBICIONISTAS Y CICLONUDISTAS

Una táctica contra los exhibicionistas, que suele hacer que, en expresiones coloquiales, “ pongan los pies en polvorosa” o se vayan “ con el rabo entre piernas”; es no sobresaltarse ni salir corriendo ante la inesperada visión, sino tomarse la cosa a guasa y burlarse del sujeto, aludiendo al tamaño diminuto del apéndice exhibido. Las féminas que han recurrido a esta chanza, ridiculizando al pobre diablo que les muestra su atributo varonil, sea éste trabuco- raramente- o pistolín- lo más frecuente-, han comprobado su eficacia como espantapájaros.

El hecho psico-patológico de los exhibicionistas( búsqueda del placer sexual con la exhibición referida, que experimentan cuando, actuando por sorpresa, provocan espanto; de ahí que se prodiguen ante las niñas ) viene de muy antiguo. Sus motivaciones e impulsos son diferentes a la innovación ciclonudista. A ésta, por indecorosa y guarra que pueda tildarse, guste o no, se le suele conceder licencia oficial para pedalear en grupo en señaladas convocatorias al efecto.

El paseo grupal en bici y en desnudez es una extraña liberación del ropaje opresor, una manifestación-reivindicación de la libertad sin topes ni convencionalismos sociales y de un ecologismo “ in puris naturalibus”. Pero sucede que no se suele practicar por montes ni por veredas del agro deshabitado, sino por circuitos urbanos y con paradas programadas. Y, ¡ cómo no!, ese exhibicionismo contracultural tiene también su componente ácrata, provocadora y proselitista; insensible a si hiere o molesta los sentimientos ajenos, o daña la inocencia de la infancia. Pero se permite.

Recientemente, en Valladolid y Valencia, sendos grupos de ciclonudistas se apearon de la bici y se plantaron, con posado incluido, ante el Palacio Arzobispal, evidenciando con ello su actitud provocadora e intolerante respecto al catolicismo. Y no les pasó nada. Sabían a quién y a qué pretendían zaherir. Pasa como con los asaltos a las capillas. Ante los musulmanes, por la cuenta que les trae, trocarían el desnudo y la vejación por un traje de buzo y saludarían con el respetuoso ¡ Salam !


Sigan con su pedaleo; pero cuanto más lejos, mejor.

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