Una táctica
contra los exhibicionistas, que suele hacer que, en expresiones coloquiales, “
pongan los pies en polvorosa” o se vayan “ con el rabo entre piernas”; es no
sobresaltarse ni salir corriendo ante la inesperada visión, sino tomarse la cosa
a guasa y burlarse del sujeto, aludiendo al tamaño diminuto del apéndice
exhibido. Las féminas que han recurrido a esta chanza, ridiculizando al pobre
diablo que les muestra su atributo varonil, sea éste trabuco- raramente- o
pistolín- lo más frecuente-, han comprobado su eficacia como
espantapájaros.
El hecho
psico-patológico de los exhibicionistas( búsqueda del placer sexual con la
exhibición referida, que experimentan cuando, actuando por sorpresa, provocan
espanto; de ahí que se prodiguen ante las niñas ) viene de muy antiguo. Sus
motivaciones e impulsos son diferentes a la innovación ciclonudista. A ésta, por indecorosa y guarra que pueda
tildarse, guste o no, se le suele conceder licencia oficial para pedalear en
grupo en señaladas convocatorias al efecto.
El paseo
grupal en bici y en desnudez es una extraña liberación del ropaje opresor, una
manifestación-reivindicación de la libertad sin topes ni convencionalismos
sociales y de un ecologismo “ in puris naturalibus”. Pero sucede que no se suele
practicar por montes ni por veredas del agro deshabitado, sino por circuitos
urbanos y con paradas programadas. Y, ¡ cómo no!, ese exhibicionismo
contracultural tiene también su componente ácrata, provocadora y proselitista;
insensible a si hiere o molesta los sentimientos ajenos, o daña la inocencia de
la infancia. Pero se permite.
Recientemente,
en Valladolid y Valencia, sendos grupos de ciclonudistas se apearon de la bici y
se plantaron, con posado incluido, ante el Palacio Arzobispal, evidenciando con
ello su actitud provocadora e intolerante respecto al catolicismo. Y no les pasó
nada. Sabían a quién y a qué pretendían zaherir. Pasa como con los asaltos a las
capillas. Ante los musulmanes, por la cuenta que les trae, trocarían el desnudo
y la vejación por un traje de buzo y saludarían con el respetuoso ¡ Salam
!
Sigan con su
pedaleo; pero cuanto más lejos, mejor.
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