Hay ideologías intrínsecamente perversas, en ocasiones
traducidas en leyes, contrarias a la Ley natural, que no persiguen el bien
común, y que pretenden la subversión de determinados principios y valores
asentados y aceptados universalmente a lo largo de la Historia y el devenir
humano, con independencia de las creencias o descreencias religiosas. Dan carta
de naturaleza a lo que es reprobable como pensamiento e implantación de nuevas
fórmulas políticas, educacionales o sociales, conformando una contracultura
opuesta a la razón y a la moral.
Lo dicho viene a colación con
el linchamiento del Cardenal Arzobispo de Valencia, D. Antonio Cañizares,
por unos cuantos “ progres " del rojerío variopinto y
laicista. Y todo ello por haber opinado sobre la ideología de género y
defender la institución familiar, desde el respeto a las personas de toda
condición, cumpliendo con su deber como Pastor de la Iglesia y acorde con
el magisterio de la misma.
Quieren reducir al silencio al prelado valenciano,
enjuiciarle política y jurídicamente; pero él no se guía por lo “ políticamente
correcto “. Seguirá alzando la voz en defensa de la familia, de la vida, de la
dignidad de toda persona y de los demás derechos inalienables que les asisten.
Lo hace desde el amor, la misericordia y la fidelidad evangélica, aun a costa
de ser zaherido por malquerencia, incomprensión, lectura sesgada o errónea
interpretación. En la cruz que lleva a cuestas está inscrito lo que dijo Juan
Pablo II: “ No tengáis miedo a la verdad”.
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