Se dice que el
Comité Federal del PSOE, que se reunirá el próximo sábado, se pronunciará
mayoritariamente en el sentido de que Rajoy se busque la vida si
quiere ser investido Presidente del Gobierno, pero que no confíe en ser apoyado
por los socialistas, ni por activa- votos a favor- ni por pasiva con la
abstención. Las escasas posibilidades para que el socialismo cambie de criterio
se resolverán en el último momento. Mientras tanto que Rajoy “ sude la camiseta”
y ya se verá.
El PSOE actual
sigue llevando en sus siglas la E de español, pero en sus dirigentes y
mandamases, salvo contadas excepciones- éstas con matices, ambigüedades, pasos
adelante y atrás- priman los intereses personales y partidistas sobre los de la
Nación y el bienestar general de los españoles. Desde Zapatero ha venido
radicalizándose y practicando el sectarismo, sembrando en gran parte de sus
bases la semilla del odio hacia el Partido Popular; no considerándolo como
adversario político, sino como el enemigo a batir. También procura silenciar e
ignorar las voces socialistas de peso, que ya no tienen poder decisorio en el
partido, pero sí el aval de su experiencia y trayectoria en la socialdemocracia
de los tiempos de Felipe González.
En
circunstancias normales, la animadversión- real o ficticia- frente al PP podría
ser comprensible. Pero en la coyuntura actual, máxime habida cuenta el último
resultado electoral y lo que nos jugamos- nada menos que el bienestar y la
confianza en nuestras posibilidades de estabilidad y mejora-, la actitud del
socialismo imperante va más allá del oportunismo irresponsable. Roza la traición
al pueblo español. Esta es la línea roja a no traspasar.
Es verdaderamente intolerable la postura del PSOE, que ya se le ha olvidado con que generosidad el Partido Popular a cambio de nada, apoyo al mismo en la Presidencia y en la Gobernabilidad del País Vasco, para que los terroristas no se hicieran con el poder, que diferencia de criterio a la hora de defender los intereses comunes de todos los españoles.
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