viernes, 9 de febrero de 2018

FRIALDAD DEL ESPÍRITU

El frío, originado por las bajas temperaturas, penetra en los cuerpos. Sólo el calor del hogar o el abrigarse adecuadamente al salir a la calle puede preservarte de él. Pero hay otro, no climatológico, que insensibiliza el alma de los que dañan, grave y cruelmente a los demás, desatando la violencia gratuita y los bajos instintos.

Esa frialdad del espíritu, que brota y anida en determinadas personas de diversa condición y edad, es el reflejo y la consecuencia de las sociedades enfermas y permisivas, que han debilitado los resortes morales, éticos y educacionales. Sin la dejadez, la impericia o la intencionalidad de bastantes que, de modos diferentes, rigen o influyen en el cuerpo social, no se puede entender ni explicar la alarmante progresión de los desalmados.

Para remediar y prevenir que esta dolencia persista, proceden la terapia y profilaxis oportunas, empezando por la recta educación y la enseñanza, así como por la recuperación de los valores perdidos y que se prodigue la ejemplaridad. El mal siempre existirá, pero hay que confabularse para que no se extienda y que vaya a menos.

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