Se pretende, por parte de algunos partidos políticos, la derogación de la prisión permanente revisable, en vigor desde 2015 y prevista para los autores de una serie de delitos gravísimos y tasados, como, por ejemplo, los de lesa humanidad, asesinatos múltiples, los subsiguientes a una agresión contra la libertad sexual,etc. Todos ellos execrables por su crueldad, que conmocionan y alarman a la sociedad en general. La puesta en libertad condicional se supedita al cumplimiento de muchos años de prisión efectiva- un mínimo de 25 años-, a las garantías de que el recluso está reintegrado socialmente y que ya no hay indicios de que vuelva a reincidir.
Un 80 % de la ciudadanía, con independencia de su ideología política, rechaza la propuesta de derogación; con ello se ve el distanciamiento del pueblo respecto a determinados planteamientos político-partidistas y demagógicos, que desoyen el clamor social punitivo para que tan peligrosos delincuentes sean aislados de la sociedad y castigados con ejemplaridad. La reincidencia de los desalmados, sean psicópatas o compulsivos irrecuperables, es una realidad. La defensa social debe prevalecer sobre los casos de imposible o muy improbable reeducación y reinserción.
Los contrarios a la prisión permanente revisable, en los casos y supuestos previstos legalmente, no conectan ni atienden el sentir del común. De momento deberían tener en cuenta los más de dos millones de firmas que, en pocos días, se han adherido a la petición de change.org y a la de los familiares de varias víctimas para que no se derogue aquélla. Desde la violación y asesinato de las “niñas Alcácer “, en 1992, se han perpetrado hechos similares contra jovencitas, algunas de ellas sólo niñas. Aunque únicamente fuera por tan odiosos delitos, que no lo son en exclusiva, debe seguir en vigor la condena referida, que hasta la fecha sólo le ha sido aplicada al asesino David Oubel Renedo, el cual descuartizó a sus dos hijitas, de cuatro y nueve años, el 31 de Julio de 2015, utilizando una sierra radial.
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