La eclosión solidario-humanitaria desatada en España, respecto a las 629 personas hacinadas en el barco Aquarius en circunstancias extremas de supervivencia, es digna de encomio. El Presidente del Gobierno dio el primer paso, habiendo empezado la travesía rumbo al puerto de Valencia. Muchas de nuestras ciudades se han ofrecido para acoger distintos porcentajes de esos seres humanos que, por diferentes motivos, han huido de sus países en busca de seguridad y un futuro mejor.
El Mediterráneo se ha convertido en un cementerio de miles que perecieron en el intento. Cada salvamento, prácticamente a diario, seguido del traslado a las costas europeas bañadas por el Mare Nostrum, hace que el denominado “ efecto llamada “ aumente, al igual que las mafias del tráfico humano incrementan los beneficios de su vil “ negocio “. Éstas son bastante peores que los antiguos negreros de antaño, pues actúan con una crueldad elevada a su cota máxima.
Mientras esto ocurre, la Unión Europea y la Comunidad Internacional civilizada no emprenden una acción conjunta, consensuada y eficaz para acabar con las causas de este éxodo progresivo y masivo en busca de un paraíso soñado. Huida desesperada que no se produciría sin la anarquía, la cleptocracia y la miseria extrema existentes en los países de origen, así como con la connivencia cómplice e interesada de los de tránsito. Muchos de ellos han devenido en Estados fallidos por sus rivalidades tribales y persecuciones religiosas, sin que las operaciones quirúrgicas armadas y las ayudas económicas occidentales hayan puesto paz ni favorecido el desarrollo y el bienestar económico pretendido. Muchos esfuerzos y sacrificios bienintencionados, pero con pocos resultados.
Pero no es el momento para reproches tardíos. Llegada es la hora para poner remedio eficaz a esa vergüenza para la humanidad. La defensa de Europa, y por extensión la del mundo occidental, exigen poner orden, concierto y desarrollo en esos países en los que impera la ley de la selva, la del desierto regado con sangre y el latrocinio de sus mandamases. Si no actúan así los dirigentes del llamado mundo civilizado, la desesperación de los más depauperados acabará cebándose y enseñoreándose en él.
España ha hecho un gesto humanitario con el Aquarius. Pero ¿ será capaz y estará dispuesta a hacer lo propio con los siguientes ? El alivio prestado y el despertar contagioso sentimental son simples gotas de buena voluntad para acallar momentáneamente nuestras conciencias. Ojalá sirvan para activar las de la UE y el resto de Occidente. Es cuestión de principios y de decisión para actuar acertadamente y sin complejos en el origen del mal y sobre sus responsables y beneficiarios.
Es un problema muy gordo.La población africana sigue creciendo y el cambio climático está obligando a millones de africanos a emigrar si no quieren morirse de hambre. Occidente debe resolver el problema de preferir que las tierras queden sin sembrar cuando su producción podía mandarse a esos países y controlar su distribución.Esto es lo que yo vi hacer a los japoneses hace ya más de 20 años.
Con Gadafi no existía este éxodo La primavera árabe ha empeorado todo Y el mundo civilizado la alentó.