La moción de censura contra el Gobierno de Mariano Rajoy ganó, concluyendo a favor de Pedro Sánchez, quien acaba de tomar posesión como nuevo y flamante Presidente del Gobierno. Recibió los votos no sólo de los socialistas, sino de lo que podríamos llamar la “anti-España”, esos grupos que solapada, ambigua o claramente se posicionan contra su unidad y cuestionan la vigencia constitucional.
Ahora le toca al Sr. Sánchez gobernar e ingeniárselas para satisfacer las demandas que le exigirán los que le apoyaron en la moción y conseguir su auxilio para que dure su permanencia en la Moncloa. Hay motivos para sospechar que hará lo que más convenga a sus compañeros de viaje y a los propios y supongan mayores impuestos a los ciudadanos, adoptando medidas populistas que conciten adhesiones, aunque no vayan dirigidas al bien común. Ojalá no sea así.
Ha llegado la hora de colocar miles de amiguetes viviendo del “ papá Estado “. Un panorama de incertidumbre e inestabilidad planeará sobre el suelo patrio. La humildad que cacarea el nuevo Presidente no casa con su desdén al adversario y su desmedida ambición. La bondad del consenso y el diálogo que promete depende de para qué y con quién. Si terminara desmembrando el país y abocándolo a la ruina, podría considerarse una traición, que no parece que admitieran los españoles.
Rajoy ha tenido muchos aciertos, ha cometido algunos errores y ha sido deficiente la comunicación gubernamental para neutralizar los ataques recibidos. Su flema y serenidad son de antología. Pero determinadas blandenguerías no reforzaron su gestión gubernamental. Intentó servir bien a su país, consiguiéndole buenos logros económicos y avances en otras áreas, pero no caló la venta del producto. Se confundió su actuar discreto con falta de empatía, y bastantes medios de la izquierda a los que favoreció le correspondieron con la descalificación y la crítica exacerbada. Resistió hasta el final, sin sospechar que el bien pagado PNV le iba a fallar. No está finiquitado, a no ser que él quiera alejarse del primer plano político o lo desplace su propio partido.
El PP, sin caer en el desánimo, tiene que hacer su autocrítica, renovarse y hacer una oposición seria, firme y responsable. Con trabajo eficiente y ejemplaridad resurgirá y los vientos soplarán a su favor.
Punto de encuentro en el que confluyen opiniones y reflexiones con el afán de aportar un granito de arena al bien de España, de su unidad y lengua universal, la fraternal concordia, recuperar valores ya en el olvido y reivindicar las raíces cristianas de Occidente. Para ello es preciso tomar postura, aspirar a ser un actualizado CRUZADO cuyas armas sean la palabra, la pluma y ejemplar ciudadanía.
sábado, 2 de junio de 2018
LA MOCIÓN DE CENSURA PROSPERÓ
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