A propósito de los delitos sexuales, la vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo ha dicho: “ Si una mujer no dice sí, expresamente, todo lo demás es no “. Como no podía ser de otra manera, tan tajante pronunciamiento ha desencadenado en diversas tertulias, medios de opinión y redes sociales comentarios sobre el “ expresamente “ y cómo se constata el consentimiento expreso, dando lugar a fórmulas imaginativas, rocambolescas, extravagantes, exageradas y no exentas de humor, para evitar malos entendidos y aleccionar al varón, que van desde la autentificación notarial, la presencia de testigos o la firma por el hombre y la mujer de un documento privado de conformidad. Y aun así, algunos se han preguntado qué pasaría si la fémina se dejar cortejar en principio, después dice sí y más tarde opta por razones varias por el no cuando las pasiones se han desatado ya o están en plena ebullición.
La gravedad y frecuencia de los abusos y las agresiones sexuales merecen la implicación de juristas y expertos en la psicosociología criminal. Además del enjuiciamiento, reservado a los jueces, es esencial la prevención. En ésta es determinante la educación desde cierta edad en principios y valores, inculcando el respeto a los demás y aquellos límites que no deben sobrepasarse. Debe alertarse sobre las diversas situaciones y prácticas peligrosas como también sobre los ambientes y las relaciones personales que conviene evitar.
El caso es que el consentimiento expreso enunciado por la Sra. Calvo, dejando aparte las fórmulas kafkianas citadas al inicio, algunas de ellas jocosas, ha provocado controversias entre juristas. Al final será el juzgador quien tendrá que valorar e interpretar en cada caso si hubo consentimiento claro, tácito, válido o viciado.
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