Se creen y actúan como “ gudaris “ vascos o “ escamots “ catalanes, pero son fanáticos de la secta nacional separatista. Intentan justificar su rebeldía al orden legal establecido y la violencia que practican-sea por acción directa, inducción o complacencia- con el victimismo infundado, así como por el falso supremacismo diferencial, de diversas clases, que les distingue de los nos abducidos por la secta. Convierten en enemigo a los que “ osan” denunciar y plantarse, pacíficamente, ante la sinrazón de la misma, y contra los métodos que utilizan para implantar su totalitarismo.
Cuando les interesa, se aprovechan del “ Estado democrático y social de derecho “, proclamado en la Constitución. Pero, en la práctica, pretenden subvertirlo para establecer otro a su medida y romper la unidad de España, convirtiéndola en reinos de taifas. Para ello, desgraciadamente, no les faltan “ compañeros de viaje “, aunque no lo expresen explícitamente por razones de oportunidad política, con vistas a las negociaciones para conformar el nuevo Gobierno, después de las elecciones generales del próximo día 28.
Recién empezada la campaña electoral, “ gudaris “ y “ escamots “ han tratado de impedir y boicotear, en Cataluña y el País vasco, mítines del PP, C´s y VOX, demostrando con ello, una vez más, su furia agresiva antiespañolista. El PSOE ha deplorado tales acciones antidemocráticas, pero Pedro Sánchez, presidente del partido y del Gobierno, se ha puesto de perfil. En la vida no caben las medias tintas. O se está con los buenos o con los malos. Las cuestiones políticas son otro cantar, aunque es exigible que sea alto y claro. Sánchez no se distingue por el canto diáfano. Sus palabras, ambigüedades, silencios y hechos no estimulan el optimismo, pero le retratan.
