jueves, 11 de abril de 2019

JUZGAR, VERDAD Y VIRTUD

En todos los colectivos hay personas valientes y cobardes, temerarias y prudentes, cultas y lerdas, juiciosas y alocadas, pasionales y frías; y así se podría seguir con la lista de los calificativos, sus sinónimos y antónimos. Cuando se juzga a los demás, se olvida con frecuencia lo de “ no juzgues y no serás juzgado “;  “ ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el tuyo ; “ quien esté libre de culpa que arroje la primera piedra ”. Pero los humanos somos muy dados a juzgar a la ligera, sin sopesar las descalificaciones y ofensas que con ello se infieren. Peor es cuando se hace a propósito y a conciencia de la invectiva gratuita y espuria, cualesquiera que sean las motivaciones. En el ámbito político abundan sobrados ejemplos al respecto.

En el campo ideológico son legítimas las discrepancias y las denuncias públicas de lo que no parece verdadero, correcto, viable u oportuno; mas sin llegar a las extralimitaciones innecesarias que se prodigan a diario, sobre todo en periodos electorales. “ La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero “, pero cada partido y cada particular sostiene y difunde su propia “ visión de la verdad “, sea esta percepción sentida, fingida o interesada.

En fin, es la historia de siempre. Sólo el examen de la realidad, la experiencia propia y las lecciones del pasado nos pueden acercar a la búsqueda de la verdad y en qué plato de la balanza se encuentra. La sabiduría popular ha acuñado la máxima “ en el término medio está la virtud “. Por algo será. La virtud conduce a la  verdad, y ésta es la que nos hará libres.

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