Votar sí, cada uno la opción que prefiera, pero sabiendo diferenciar lo que conviene al bien común y a España y lo que es un peligro para ello. Sobran demagogias, utopías inalcanzables, así como intereses personales y espurios. En fin; es cuestión de saber y querer discernir, evitando el arrebato apasionado que impide ponderar y distinguir entre lo bueno, lo malo y el mal menor. Ojalá que la jornada de reflexión, previa al día de la votación que será el domingo, fuera útil para los que no tienen su voto decidido y para los que se dejan llevar por la pasión, el odio o el rencor.
Esperemos que se imponga el sentido común.
ResponderEliminar