A D. Juan Carlos, por los motivos conocidos y poco
edificantes, se le impuso o recomendó un “ autoexilio”, que lleva con
resignación en Abu Dabi, para no dañar la imagen de la monarquía y de su hijo,
el rey D. Felipe VI. Parece que aparca su voluntad de retornar a su añorada
España, que podría hacerlo por no tener cuentas pendientes a día de hoy con la
Justicia, ni acusación formal contra él; pero hay interesados en que se
prolongue su estancia en el exterior, además de algunos medios que no dejan de
remover los “ trapos sucios “ que le achacan. Es cierto que a los altos
mandatarios de esta Nación y a los cargos y responsables políticos de la misma
les es exigible un “ plus “ de ejemplaridad ( obviamos lo que sucede en otras )
, mas bastantes de ellos no alcanzarían el aprobado si se les escudriñase con la
misma lupa que se ha utilizado con D. Juan Carlos, cuyos aciertos y servicios a
España exceden con mucho a sus errores y deslices.
Un mínimo reconocimiento a la función institucional del ahora
Rey emérito, contemplada en su conjunto, debería atemperar las críticas
inmisericordes y deliberadamente exageradas que muchos “ sepulcros blanqueados “
le dirigen, aunque es lícito censurar lo que no es o no parece correcto, pero
sin llegar al escarnio y el ensañamiento. Pero en este país, sobrado de
visceralidad y falto de ecuanimidad, es corriente “ hacer leña del árbol caído
“, así como usar el hacha para derrumbar al que se mantiene firme, si no les
agrada. En ambos casos están también los que, aprovechando que “ el Pisuerga
pasa por Valladolid “, intentan acabar con la Monarquía
constitucional.
Mientras se deshoja la margarita sobre si vuelve y cuándo, D.
Juan Carlos sigue en Abu Dabi. Algunos de los que consideraba amigos han
demostrado no serlo; algunos otros, grandes empresarios, a los que facilitó sus
proyectos de expansión internacional, parecen haberse olvidado de él. Es más
cómodo y útil “ estar bajo el árbol que da más sombra “ o “ acercarse al sol que
más calienta”, dependiendo del tiempo y las circunstancias. No obstante, hay una
mayoría que le recuerda con afecto, y más de un verdadero amigo le envía un
excelente jamón ibérico. ¡ Que lo coma pronto en España
!
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