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“ Si quieres ser respetado por los demás, lo
mejor es respetarte a ti mismo. Sólo por eso, sólo por el propio respeto que te
tengas inspirarás a los otros a respetarte “, sentenció Fiódor Dosteyevski. Esta
máxima se ha venido repitiendo después por diversos pensadores y pedagogos,
pudiéndose trasladar perfectamente a quienes dirigen los destinos de las
naciones y los supremos intereses de las mismas, con independencia de sus
regímenes políticos, ya que trasciende a lo personal, concretándose en la idea
que tiene el máximo gobernante del país en cuestión, lo quiere hacer en él y el
modo de asumir e interpretar su historia. Conforme a lo dicho, muchas naciones,
además de las calificadas como potencias mundiales, son respetadas en el
concierto internacional y otras no.
¿ Qué pasa con la nuestra ? Pues que diversos
países, incluidos algunos de la UE, nos toman por “ el pito del sereno “. Si
nuestro actual Gobierno no defiende, como debería hacer, a España, su unidad e
Instituciones ( como el Tribunal Supremo y la separación de Poderes, por ejemplo
), se frota las manos con la denegación de la extradición del bellaco
Puigdemont, y calla ante la “ Leyenda negra “ y la hispanofobia, pierde el
respeto a que debería ser acreedor y, por tanto, no tiene la fuerza moral ni
política para exigir ser respetado. “ El que calla, otorga “, reza el refrán,
pero el Ejecutivo central, siguiendo las directrices, ambiciones e intereses
personales de Pedro Sánchez, no sólo hace eso,
sino que se confabula con los enemigos internos de España, excediéndose sin
rubor ni pudor con las mercedes y prebendas que
escandalosamente les regala.
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