viernes, 1 de octubre de 2021

LA CARTA DEL PAPA A MÉJICO

  

 
La carta del Papa Francisco a México, con motivo del bicentenario de la independencia de dicho país, ha suscitado perplejidad y críticas en España, tanto en una buena parte de los historiadores como en numerosos católicos, debido al perdón que ha efectuado por aspectos de la conquista y evangelización de América en detrimento de sus nativos. Desde estas páginas, por fidelidad a la Iglesia y respeto al sucesor de Pedro, no vamos a entrar en la polémica desatada, ni en descalificaciones y juicios de valor sobre la personalidad y tendencias ideológicas del actual Pontífice. Lo que podamos pensar nos lo reservamos, aunque sea por el mandato cristiano de “ No juzgues, si no quieres ser juzgado “.
 
Aclarada nuestra posición, afirmamos que no se puede juzgar con los ojos y usos de hoy lo sucedido hace centurias. En el descubrimiento y colonización de América fueron muchísimo más las luces que las sombras. Se cometieron errores y agravios inherentes a toda conquista, que fueron prohibidos y corregidos por la monarquía española de entonces, al tenerse conocimiento de ellos; al propio tiempo que se configuró un cuerpo legal, antecedente pionero y remoto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.
 
Procede resaltar también que se fomentó el mestizaje, se llevó la cultura y la civilización occidentales a las tribus y etnias del Nuevo Mundo conquistado, tantas veces enfrentadas a muerte; lo cristianizamos, respetamos sus lenguas autóctonas y generalizamos el tesoro lingüistico español, que compartimos. Dejemos que los verdaderos historiadores, de aquí y de la otra parte del Atlántico, nos ilustren con sus saberes ecuánimes. ¡ Ya está bien de tanta “ leyenda negra “ !, que ofende más cuando proviene de las corrientes populistas e indigenistas en boga.
 
Se copia a continuación el texto íntegro de la carta del Papa Francisco dirigida al Presidente de la Conferencia del Episcopado Mejicano, para que los interesados en la misma puedan leerla y sacar sus propias conclusiones:
 

“ A su Excelencia Reverendísima

Mons. Rogelio Cabrera López

Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano

Querido hermano:

Con motivo del Bicentenario de la declaración de la Independencia, quiero hacerte llegar un cordial saludo, a ti y a los demás hermanos obispos, a las autoridades nacionales y a todo el Pueblo de México. Celebrar la independencia es afirmar la libertad, y la libertad es un don y una conquista permanente. Por eso, me uno a la alegría de esta celebración y, al mismo tiempo, deseo que este aniversario tan especial sea una ocasión propicia para fortalecer las raíces y reafirmar los valores que los construyen como nación.

Para fortalecer las raíces es preciso hacer una relectura del pasado, teniendo en cuenta tanto las luces como las sombras que han forjado la historia del país. Esa mirada retrospectiva incluye necesariamente un proceso de purificación de la memoria, es decir, reconocer los errores cometidos en el pasado, que han sido muy dolorosos. Por eso, en diversas ocasiones, tantos mis antecesores como yo mismo, hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización. En esa misma perspectiva, tampoco se pueden ignorar las acciones que, en tiempos más recientes, se cometieron contra el sentimiento religioso cristiano de gran parte del Pueblo mexicano, provocando con ello un profundo sufrimiento. Pero no evocamos los dolores del pasado para quedarnos ahí, sino para aprender de ellos y seguir dando pasos, vistas a sanar las heridas, a cultivar un diálogo abierto y respetuoso entre las diferencias, y a construir la tan anhelada fraternidad, priorizando el bien común por encima de los intereses particulares, las tensiones y los conflictos.

El aniversario que están celebrando invita a mirar no sólo al pasado para fortalecer las raíces, sino también a seguir viviendo el presente y a construir el futuro con gozo y esperanza, reafirmando los valores que los han constituido y los identifican como Pueblo –valores por los que tanto han luchado e incluso han dado la vida muchos de vuestros antecesores– como son la independencia, la unión y la religión. Y en este punto, quisiera destacar otro acontecimiento que marcará sin duda todo un itinerario de fe para la Iglesia mexicana en los próximos años: la celebración, dentro de una década, de los 500 años de las apariciones de Guadalupe. En esta conmemoración, es bello recordar que, como lo expresó la Conferencia del Episcopado Mexicano en ocasión del 175º aniversario de la Independencia nacional, la imagen de la Virgen de Guadalupe tomada por el Padre Hidalgo del Santuario de Atotonilco, simbolizó una lucha y una esperanza que culminó en las “tres garantías” de Iguala impresas para siempre en los colores de la bandera. María de Guadalupe, la Virgen Morenita, dirigiéndose de modo particular a los más pequeños y necesitados, favoreció la hermandad y la libertad, la reconciliación y la inculturación del mensaje cristiano, no sólo en México sino en todas las Américas. Que ella siga siendo para todos ustedes la guía segura que los lleve a la comunión y a la vida plena en su Hijo Jesucritos.

Que Jesús bendiga a todos los hijos e hijas de México, y la Virgen Santa los cuide y ampare con su manto celestial. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí.

Fraternalmente,

Francisco

Roma, San Juan de Letrán, 16 de septiembre de 2021 “

No hay comentarios:

Publicar un comentario