Recordamos a los seres queridos, ya fallecidos, en el transcurso de nuestra vida, y de un modo especial en el día de Todos los Santos y en el de los Difuntos, elevando preces por ellos, además de acudir al cementerio, en el que reposan sus restos, y depositar unas flores en sus tumbas.
Nos preguntamos cómo será la vida del mas allá,
pues nadie regresa para contárnoslo. Sólo la Fe mantiene viva la Esperanza de
que hay vida más allá de la terrenal, cuyo goce es la contemplación eterna del
esplendor divino en el reino celestial. A ello responden también, entre otras,
las canciones “ Muerte, dónde está tu victoria “ y “ La muerte no es el final
“.
En 1 Tesalonicenses 4,13-14 se lee: “Hermanos, no
queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los
que no tienen esperanza. Pues si creemos que Jesús murió y resucitó, con igual
modo Dios llevará con él, por medio de Jesús, a los que han muerto
“.
Recordemos a nuestros difuntos, celebremos estos
dos días con espíritu cristiano, y desentendámonos de las mascaradas importadas
de “ Halloween “, que nada tienen que ver con lo que conmemoramos
tradicionalmente cada 1 y 2 de Noviembre.
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