El hecho de que España sea un Estado 
aconfesional, no tendría que traducirse en la saña contra la Iglesia católica, 
como la que despliega en muchos casos el Gobierno social-comunista y las 
izquierdas “ ultramontanas “, arremetiendo contra la misma y sus preceptos, e 
ignorando o despreciando la gran labor social, educativa y asistencial que 
practica.
En cuanto al valor y el derecho fundamental a la 
vida, se llega al extremo de criminalizar, hasta con penas de cárcel, a los 
movimientos “ Provida “, que se reúnen para rezar frente a la clínicas abortivas 
y para ofrecer otras alternativas a las mujeres que voluntariamente accedan a 
ser orientadas, para que el “ nasciturus “ no sea eliminado. Con el falso 
pretexto de acoso, se impide el libre y pacífico derecho de concentración y el 
ejercicio público de los sentimientos religiosos en favor de la vida. Cualquiera 
que sea el origen de “ cosas verás, que harán hablar las piedras “, hay que 
levantar la voz contra la ignominia de la “ cultura de la muerte ”.
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