Ya no brillan los ojos
como al principio de llevar las 
mascarillas.
Las miradas reflejan cansancio;
son inexpresivas; perdieron el 
fulgor
de los inicios de esta larga 
pesadilla.
Depresiones y ansiedades
aumentan con la vírica pandemia.
Hay que procurar no caer en ellas,
evitarlas si amagan,
vencerlas si hacen mella.
Como los contagios continúan,
y lo por venir se dará, 
hay que soportar el tirón.
Que los ojos vuelvan a relucir,
nuestras pupilas sean foco de luz,
el embrujo y la belleza que 
encandilan.
La miradas entrecruzadas dulces y limpias 
alejan pesadumbres, alegran la vida.
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