El ministro de Asunto Exteriores luxemburgués propuso la “
eliminación física “ de Putin, pero no es el único en desearlo, ya que el mundo
sería más seguro sin dicho sujeto. Mas no hace falta que alguien “ se lo lleve
con los pies por delante “, bastaría que el Kremlin, la cúpula de su ejército y
los oligarcas multimillonarios rusos le dijeran “ hasta aquí has llegado “, y se
libraran de él, aunque fuera facilitándole un retiro dorado en una lujosa dacha;
pero bajo vigilancia, para que no volviera a las andanzas
imperialistas.
Su muerte no desataría condolencias entre los que lo sufren, y
tampoco causaría tristeza en buena parte del pueblo ruso, que está en desacuerdo
radical con el sátrapa por la invasión de Ucrania, aunque sólo unos miles se
atreven a manifestarlo en las calles de Rusia por el miedo fundado al castigo
represor que les sería infligido.
La invasión de Ucrania ha originado clamorosas y
unánimes repulsas contrala misma y contra Putin en los países democráticos de
Europa, América y en otros del mundo. Si
Ucrania formara parte de la OTAN, Putin se lo habría pensado dos veces antes de
invadirla. Europa hace gala de su humanidad al acoger a los huidos ucranianos en
busca de refugio, a lo que debemos contribuir todos conforme a las posibilidades
personales de cada uno, aliviando de esta manera su desgracia, pena y dolor.
Aflicciones que no siente Putin; su cuerpo sigue vivo, mas su alma hiede a
putrefacción.
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