Causa admiración y sana envidia el patriotismo y heroísmo de los ucranianos, que luchan y resisten contra la poderosa maquinaria bélica de la invasión rusa, decretada por Putin. No hay calificativos suficientes para referirnos a este siniestro personaje, criminal con sus disidentes internos y un peligro para la paz y el Derecho Internacional.
Reconforta la solidaridad y humanidad con la que 
Polonia y otros países no comunistas, fronterizos con Ucrania, acogen a los 
refugiados. Ello sirve de ejemplo y estímulo para que las otras naciones 
europeas hagan lo propio. 
Es elogioso el compromiso de la Iglesia católica 
ucraniana, desvelándose, en el fragor de la horrible agresión, por dar auxilio 
espiritual, albergue y alimentos a los que acuden a ella.
Estas y otras sensaciones nos emocionan y 
reconfortan, motivando que nos sintamos también ucranianos, así como estar con 
los injustamente invadidos y masacrados. Pero, como españoles, nos indigna que 
en nuestras Instituciones tengan cabida el partido comunista, Bildu y golpistas 
secesionistas, que no hacen una condena clara y sin ambigüedades contra la 
invasión de Ucrania y el tirano Putin. Para mayor inri, la comunista Izquierda 
Unida y el bolivariano Podemos forman parte de nuestro Gobierno, siguiendo en el 
mismo, lo que no ocurre en ningún país de la UE.
A ver si nos caemos del guindo, y nos damos 
cuenta y gritamos: ¡ Es el comunismo, estúpidos !
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