Al Islamismo radical-fundamentalista
no hay que darle facilidades.
Para sus integrantes, paritorio de
terroristas,
los modelos culturales y de vida de los, para
ellos,
“ infieles “ y “apóstatas “ son
detestables;
males a condenar y extirpar.
Si Europa renuncia a sus raíces cristianas,
no se enfrenta con inteligencia y
convicción
a la exterminadora amenaza.
El hueco dejado lo ocupará el Islam,
cuyos creyentes, tanto los tolerantes como los
fanáticos,
extensamente asentados están.
Al-Ándalus es su pieza reivindicada y
codiciada.
Si no es por las bravas, alcanzarán algún día
el poder en España por razones
demográficas.
Alarmante es nuestra baja tasa de
natalidad.
Influyen en ella la crisis de la Institución
familiar,
el apego a lo material y utilitario,
así como los abortos, voluntaria y egoístamente
buscados.
Esperemos que la inmigración
hispana,
con la que tantas raíces y lazos nos
unen,
sea prolífica en hijos y puedan votar
aquí.
Que esta Nación sea también su Madre
Patria.
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