La Unión Europea, sin valores ni 
principios,
apagado el foco luminoso de la antaña 
cristiandad,
es como un cuerpo inanimado y sin 
alma.
Ha abjurado de la Justicia y la 
Verdad.
Escurre el bulto cuando le vienen mal 
dadas.
A  todo  “ Sí “ le añade un “ Pero  
“.
Es un modo de no comprometerse.
Laberinto de palabras.
Puertas rotatorias. Callejones sin fin. 
En ella todo cabe. Desde el inútil,
perverso y ruin fantasma, al igual que el 
competente
personaje, que llega con la lección 
aprendida,
y ofrece solución a los problemas de cada 
día.
Mas lo habitual es que a cualquier 
botarate,
pese a sus continuos desbarres,
se le dé más bombo que a la persona 
eficiente.
En los últimos años, la U.E. se ha 
devaluado.
Ha usurpado, con exceso, lo propio 
nacional.
Premia y sanciona a los países 
miembros
con distinta vara de medir.
Su abrumadora reglamentación es un 
malvivir.
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