En los barrios, a la larga,
todo el mundo se conoce,
sabiéndose de qué pie cojea cada
cual.
No hace falta escudriñar,
basta con “ haber vivido la vida”,
oír, ver y callar.
Gente que no ha dado un palo al
agua,
ni busca un trabajo honrado,
se desvela los sesos para sacar dinero
y llegar holgado a final de mes.
Otros superan con creces la “ nómina
“,
suponiéndose varios ilícitos
porqués.
Tantean el entorno, para captar
afines
en su “ club social “: taberna, bar o
café.
Sus ausencias o cuando no se dejan
ver,
llevan a pensar si estarán
hospitalizados
o en pagadas “ vacaciones “ entre
rejas.
Empiezan los rumores, dimes y
diretes.
Quienes saben el paradero, sobre
todo
los dueños o camareros de su “ club habitual “
,
dicen nada saber. Bastante tienen con servir en
el bar,
y que les cuadren las cuentas al cerrar la
caja.
¡ Cuanta gente vive del cuento o del mal
obrar
antes de la espalda doblar !
Paseen y oteen por el barrio,
pero no se dejen engatusar.
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