lunes, 24 de junio de 2024

LA SOLEDAD

  

 
 
 
 
 
 
La soledad asumida es amiga.
 
Suple los vacíos de los idos queridos,
 
huye de los busca-líos;
 
aguanta en silencio, por no discutir,
 
la desatenciones insospechadas.
 
Se aparta del mundanal ruido,
 
y la casa es su refugio y castillo.
 
Las horas y días pasan rápido,
 
Los medios de comunicación,
 
tradicionales y digitales,
 
informan, bien o mal,
 
del convulso mundo exterior.
 
El paseíto diario es aconsejable
 
por las inmediaciones del fortín.
 
Algún breve saludo a los vecinos y precaución
 
ante los desconocidos que, por oficio, abordan 
 
a los que ven o creen fáciles de desplumar.
 
La soledad no entiende de edades ni de salud.
 
Puede ser rechazada, obligada o querida.
 
En todo caso, una compañera de la vida
 
con la que convivir. Hay que hacérselo fácil,
 
para que sea dulce y te haga reír.
 
Los poderes tienen que ayudar
 
a los que, viviendo en soledad,
 
no la desean ni la pueden soportar.
 
Demasiados mayores, por causas diferentes,
 
de sí la querrían ahuyentar o, al menos,
 
que se les preste en condiciones la asistencia social.

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