“ Por un clavo se perdió una 
herradura;
por una herradura un caballo;
por un caballo un caballero....”
No hace falta seguir con la 
transcripción,
para achacar la pérdida de la 
herradura
y los males sobrevenidos subsiguientes, 
al jinete que 
monta el equino,
sin importarle su cuidado,
y llevarlo por pedregales, sembrados de 
clavos.
 El que cabalga 
va su aire. Se atreve con todo,
sin pasar por la escuela ecuestre.
Cree ganar las “ batallas “ 
perdidas,
poniendo en peligro la esencia del “ Reino “. 
Disoluto, engreído y enamorado hasta las 
cachas,
la Bego le ha metido un torcido 
clavo.
Difícil que él no lo supiera.
Sea lo que sea, se resiste a no 
cabalgar.
Lo que venga después, ya se verá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario