miércoles, 15 de abril de 2015

EL BUENISMO DE OBAMA

 

El Presidente estadounidense Obama, en un ejercicio de buenismo en grado superlativo ha adoptado iniciativas, no exentas de polémicas, para tender puentes de entendimiento con Cuba- patrón de Venezuela y demás regímenes bolivarianos- e Irán, que conduzcan al deshielo y a la disminución de tensiones y recelos por las recíprocas partes.

Con Irán se trataría de que congelase o aplazase el proyecto de desarrollo armamentístico nuclear, por el peligro que representaría para la paz y la estabilidad en el, ya de por sí, convulso Oriente Medio, y prevenir la posibilidad de que los actuales conflictos bélicos-terroristas en dicha región derivasen a una catástrofe mayor que la desencadenada con las bombas atómicas lanzadas en la II Guerra Mundial sobre Hiroshima y Nagasaki. A cambio se levantarían el embargo y determinadas sanciones que pesan sobre el régimen fundamentalista-teocrático iraní, que varias veces ha amenazado con eliminar el Estado de Israel.

Israel, el único país democrático de la zona y buen conocedor de las aviesas intenciones provenientes de su entorno próximo geográfico, que le apuntan- no sólo las de los ayatolás-, no se fía y, por supuesto, no se resignará a ser arrojado al mar. Es potencia nuclear, y si detecta un riesgo inminente de ser atacada, se adelantará, originándose una conflagración global, y Occidente no podrá llamarse a andana.

Muchas veces se ha pecado de valorar e intentar comprender el mundo musulmán- sea el chií o el sunní- conforme a los parámetros culturales- cristianos o laicos- imperantes en Occidente, cuando su realidad y especificidades son bien distintas. Es un simple desiderátum inculcarles nuestros valores basados en la libertad, la tolerancia religiosa y el respeto a las creencias y descreencias ajenas. Es consustancial en gran parte del mundo musulmán, y más en el fundamentalista- la línea divisoria principal entre éste y el llamado moderado es el empleo del terror para la consecución de sus fines-, la conjunción de su fe religiosa con la política, la justicia y el expansionismo. En donde se asienta y arraiga, impone, por las buenas o las malas, las prédicas y arengas de su Profeta Mahoma. Mientas tanto, la táctica es cuestión de esperar. A su favor juegan la fértil demografía- elevada tasa de nacimientos-, y la pusilanimidad y complejos de Occidente.

En la reciente Cumbre de las Américas celebrada en Panamá, además del estrechar de manos entre Raúl Castro y Obama, y las buenas intenciones de éste, ha salido a relucir toda la lista de los sempiternos agravios esgrimidos contra el imperialismo yanqui- mezclándose el victimismo indigenista y los periclitados discursos comunistas revolucionarios-, pero ningún reconocimiento de las prácticas liberticidas ni de la misma miseria en muchos los pueblos cuyos dirigentes allí discursearon; algunos, en tono nada conciliador. Se explayaron a gusto contra los predecesores de Obama, quien condescendientemente escuchó las invectivas lanzadas.

Los países iberoamericanos no representan peligro para Estados Unidos ni para el resto de Occidente; a lo sumo, algunos- Cuba, Venezuela,...- pueden ocasionar molestias, rifirrafes dialecticos y diplomáticos y quebradores de cabeza para ciertas empresas extranjeras que operan en ellos; el problema grave- opresión y represión- lo sufren los discrepantes y opositores nacionales de tales regímenes, y las carencias básicas el común de la población.

Irán es harina de otro costal. Sí que supone un peligro para Israel y el resto del mundo democrático y libre; incluso, coyunturalmente, para otros países musulmanes, en base, entre otros motivos, a las dos diferentes líneas sucesoras del Profeta que unos y otros- chiitas y sunníes- consideran como la legítima. La apuesta de Obama es arriesgada y está llena de incertidumbres y temores. Mejor que acierte. La Historia acredita que grandes quebrantos han ido precedidos de buenas intenciones.

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