Hay que actuar con urgencia para que las aguas del Mediterráneo dejen de ser las fauces devoradoras de los que, huyendo de sus países por razones de miseria y/o persecución, y pretendiendo llegar a Europa, se embarcan en la travesía que tantas veces no llega a puerto, pereciendo en el intento al naufragar o ser abandonados a su suerte en el mar por las mafias del ilegal transporte humano.
El ingente volumen de tal inmigración irregular, más los millares de fallecidos y desaparecidos a resultas de la misma en el Mare Nostrum, ha disparado las alarmas en la Unión Europea, que hasta recientemente, y salvo sus países ribereños receptores de aquélla, no se implicaba como le era demandado por éstos. Ahora parece que va a tomar cartas en el asunto, y entre las diversas medidas a debatir hoy por la Comisión de la UE se contempla poner en marcha una misión civil y militar para capturar y destruir los barcos utilizados por los traficantes de inmigrantes ilegales en el Mediterráneo.
Lo primordial, por la urgencia y extrema gravedad, es la labor humanitaria de salvamento y la atención primaria de los rescatados y de los que consiguen llegar por sí. Luego, es cuestión de concertar el destino provisional o final de cada cual o del grupo familiar; no pueden andar errantes, quedar desamparados y sin asistencia. La solidaridad y los canales europeos de colaboración y coordinación deben funcionar.
Paralelamente, hay que conseguir que los gobiernos, de cuyas costas parten las embarcaciones, impidan la salida, colaborando con ellos. En caso de reticencias, "salvarlas". Hay argumentos ( diplomáticos, económicos, de inteligencia,.., más o menos transparentes) seductores y convincentes; políticamente aceptables o moralmente justificables para erradicar o minimizar al máximo el abominable tráfico ilegal de la inmigración y sus trágicas consecuencias.
La UE debe corresponsabilizarse del control de sus fronteras, pero también en la lucha constante e implacable contra las mafias que diseñan y " pastorean"- valga la expresión- en condiciones infrahumanas los penosos y largos recorridos de los que buscan una mejor y segura vida: desde las zonas de origen hasta las de destino. Tales organizaciones criminales conforman una red de complicidades que hay que desenmascarar, encarcelar y descapitalizar.
Conmiseración con las víctimas- lo son los inmigrantes irregulares, que huyen de la extrema penuria y las distintas clases de persecución- ¡ toda!. Contemplaciones con los que se aprovechan de ello, ¡ ninguna !
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