LA PATADA AL PARTIDO POPULAR.

 

Las encuestas vienen cantándolo: el PP dejará de gobernar en muchos de los municipios y Comunidades Autónomas, en los que lo viene haciendo con holgadas mayorías; también lo tiene difícil para seguir rigiendo el Gobierno de la Nación. La cercanía de los respectivos comicios hace improbable un cambio de los pronósticos; apenas hay tiempo para que el viento sople a su favor.

Le ha faltado sensibilidad, empatía y tacto para conectar con parte de la que fue su amplísima base de votantes y fidelizarla. Centrado en resolver los graves problemas económicos que heredó, y orillando o aplazando algunos aspectos sustanciales ideológicos de su programa, no ha sabido llevar la ilusión a muchos de los que confiaron en él, consiguiendo que en la derecha y en el centro-derecha brotasen sentimientos de orfandad política. De ahí que la desafección, la apatía y el buscar otros referentes- algunos de los cuales por simple castigo- hayan ido aumentando.

Esto, que se veía venir, y no han faltado los avisos, no quisieron verlo los cabezapensantes de la formación popular. Y ha pasado lo de las últimas elecciones andaluzas- descalabro del PP- y lo que probablemente sucederá en las venideras. Y por si faltaba algo, asistimos a las vergonzosas desavenencias y rencillas internas en base a intereses personales.

Con tal panorama, además de la falta de auténtica autocrítica y la sobra de la prepotencia que da el poder a quien lo ejerce, se ha ido desertizando el frondoso bosque del PP. Y es que a los votantes de éste, al menos a la mayoría de ellos, les duele lo que acertada o erróneamente perciben como una traición a sus principios y valores éticos. " No solo de pan vive el hombre..."

Para seguir gobernando en algunos de sus feudos tradicionales, y dadas las escasas posibilidades de repetir las mayorías absolutas en ellos, no le quedará mas opción que pactar con la formación CIUDADANOS, a la que se le auguran buenos resultados. UPyD, de no mejorar el pésimo fruto obtenido en la elecciones andaluzas, acabará hecha trizas o con peso irrelevante. Con todo, y ante un futuro poco halagüeño, es muy posible que tenga enfrente en el momento de la verdad- en bloque o en conciertos oportunistas- al PSOE y a toda la izquierda montaraz o parte de ella unidos para desalojar al PP como enemigo a derribar de los puestos de gobierno. De los nacionalistas irredentos poco cabe esperar; van a la suya, en ese mercadeo y victimismo falaz que tantos réditos les ha proporcionado.

Al final lo que está en juego, más allá de las legítimas pretensiones partidistas, es la estabilidad política y el futuro de España y de los españoles. Sin ésta no hay progreso, y todo lo que se ha adelantado corre riesgo serio de estancarse o retroceder. Cualquier cambio que no sea para bien de España y los españoles sería irresponsable y suicida. Que la patada al PP no recaiga en nuestras posaderas. Si contra los pronósticos, no la recibe, que tome nota de lo que le pudo ocurrir y no reincida en lo que falló.