Lo prioritario sin demora, en la lucha antiterrorista contra el Daehs, el autodenominado Estado Islámico e igualmente conocido como ISSIS, es terminar con esa lacra asesina y sus sucursales del terror. Para ello debe conjuntarse sin fisuras la Comunidad Internacional, y posicionarse ostensiblemente en su condena- en los medios, mezquitas y en la calle- los musulmanes llamados " moderados", encabezados por sus dirigentes religiosos.
Estados Unidos y Rusia deben aparcar sus diferencias e intereses geoestratégicos, diluir sus recelos recíprocos y actuar de común acuerdo; al mismo tiempo que presionan, han de convencer a los Emiratos Árabes, Qatar y Arabia Saudita Arabia para que se empleen a fondo, más allá de los intereses petrolíferos de todos ellos. Asimismo, la pugna tradicional entre chiitas y sunitas debería quedar relegada a un postrero plano. Si no se aniquila esta nueva amenaza global, nadie quedará bien librado y todos saldremos perdiendo. Sería imperdonable, pudiéndose evitar con unión, firmeza y convicción, no acabar con lo que es más que una amenaza.
Lo urgente es desmantelar el Daehs, y no seguir en estos momentos con si hay que derrocar o hacer dimitir al tirano Presidente Sirio Aashar al-Asad; tiempo habrá para ello, una vez se liquide al autodenominado Estado Islámico y se pongan las bases para que reine la paz en aquella región. Si para lo primero hay que responder a la guerra declarada por los terroristas islamistas, con la de la legítima defensa, como ha hecho Francia, procede entablarla.
En cualquier caso, el problema no se solucionará a corto, medio o largo plazo, por mucho empeño que Occidente ponga en ello, si no se asienta la cultura de la libertad y los derechos fundamentales en el mundo musulmán, sin la ponzoña de aquellas interpretaciones coránicas erráticas que son el germen del odio y la furia asesina.
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