martes, 24 de noviembre de 2015

NO EN NOMBRE DE DIOS NI DE ALÁ.

 

No tiene amparo ni justificación alguna desatar una guerra en nombre de Dios o de Alá-  calificado de blasfemia por el Papa a raíz de los atentados cometidos en Paris por el autodenominado Estado islámico-, con el fin de aniquilar a los que los terroristas islamistas denominan "apóstatas e infieles", a la vez que llaman a la Yihad para castigar y subyugar a la civilización occidental. No hay que olvidar que uno de sus propósitos, reiteradamente anunciado, es reconquistar Al Ándalus- la Península Ibérica- e implantar un nuevo califato.

Todo esto es archisabido. Aún así, los demagogos de la extrema izquierda y los "buenistas" de " La ceja" se están movilizando para el " No a la guerra". Les puede su animadversión contra lo yanqui, el judaísmo y el capitalismo; claman por la idílica paz- ¡ Quién no !-, y no corren ningún riesgo al hacerlo por las calles españolas. Mérito tendrían si se desplazaran y manifestaran en aquellos países del Islam fundamentalista, en donde reinan la sharia y se conculcan los derechos fundamentales más básicos- incluidos la libertad de conciencia y religión, la dignidad de la mujer y el respeto a la orientación sexual-, aceptados por la civilización occidental.

Vayan, vayan allí, y si, por un casual improbable, regresan indemnes, tendrán los parabienes por su valentía y buena suerte. Será señal de que, en tal caso, la mano protectora de Dios o Alá les habrá hecho invisibles a los ojos de los desalmados.

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