La presunción de inocencia es un principio
reiteradamente conculcado; un “desiderátum” legal que se escabulle,
especialmente cuando median intereses políticos, deviniendo en presunción
de culpabilidad. Esta cala en la opinión pública por el machaqueo mediático. En
ese bombardeo se causan perjuicios irreparables a quienes, posteriormente y muy
tarde, pueden ser exonerados de culpabilidad por la Justicia.
No cabe soslayar determinadas reticencias de algunos
juristas y de parte del común, expresadas con cautela y por motivos
comprensibles sobre algunas investigaciones judiciales, fiscales y policiales.
El fin de toda investigación debe dirigirse a la búsqueda de la verdad, tanto a
lo que puede servir para inculpar como para desvanecer las sospechas, y no partir
de una idea preconcebida de culpabilidad e ir sólo en busca de los indicios o
pruebas que sustenten la hipotética e inicial formulación mental.
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