Hace tiempo que mi cuerpo
quedó ahí y mi espíritu sobrevuela en serena paz el mundo en el que
viví. Ese mundo en el que se sigue dando importancia a lo intrascendente y
efímero, predominando egoísmos y
enfrentamientos y que renuncia a vivir en armonía.
Desde aquí, en lo que llamáis las alturas del más allá, se
ven con transparencia los lados oscuros y los diáfanos de las personas. Nada es inescrutable
desde esta dimensión, que aún no se os ha dado a conocer, y cuyas fronteras traspasaréis
algún día para habitar en la eternidad.
Por eso, amigo, prepárate para la travesía, que sin duda
llegará. Procura estar en paz contigo mismo y los demás; afronta las
dificultades y contratiempos con serenidad y paciencia; esfuérzate por hacer el
bien; sé un mensajero de la verdad y la paz, e irradia sana alegría,
misericordia y esperanza en tu peregrinar terrenal.
Este que te habla no necesita ropajes; fue despojado de
ellos y de las ambiciones terrenas tras el último aliento vital. No te perturbe
si te hablo en sueños, ni al despertar creas que has sufrido una pesadilla. El
reposo y el silencio de la noche facilitaron que te susurrase al oído lo que
acabas de escuchar.
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