Cuando un entrevistador pregunta a un político sobre cualquier cuestión, y aunque le ruegue que conteste escuetamente con su sí o un no, el personaje público interpelado da rodeos, lanza su perorata, repite la no respuesta concreta con largos circunloquios, se sale por los cerros de Úbeda y, finalmente, cuando se le insiste para que se pronuncie con el monosílabo, suele utilizar la muletilla de que la respuesta se deduce o va implícita con lo que se ha explayado. Sólo en ocasiones excepcionales responde con la brevedad requerida, siendo lo habitual que repita la lección que lleva aprendida, venga o no al caso.
El micrófono lo utilizan para su autopropaganda y como arma, para- aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid-, cuestionar o descalificar al partido o adversario político. Al final, entrevistador y entrevistado se despiden con educación. El primero ha llenado un hueco en su programa, y el segundo sale pagado de sí mismo; pero el oyente o espectador acaba defraudado y constata, una vez más, la inutilidad de ceder el micro a los que van a la suya. El colmo se produce cuando al entrevistado se le hacen ver sus contradicciones o inconcreciones, y éste replica que no se ha explicado o no se le ha entendido bien, volviendo acto seguido a la misma cantinela.
Punto de encuentro en el que confluyen opiniones y reflexiones con el afán de aportar un granito de arena al bien de España, de su unidad y lengua universal, la fraternal concordia, recuperar valores ya en el olvido y reivindicar las raíces cristianas de Occidente. Para ello es preciso tomar postura, aspirar a ser un actualizado CRUZADO cuyas armas sean la palabra, la pluma y ejemplar ciudadanía.
martes, 28 de noviembre de 2017
POLÍTICOS ANTE EL MICRO
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario