La Generalitat valenciana sigue los pasos de la catalana, especialmente en el tema lingüístico y la ensoñación pancatalanista. Es un hecho palpable al que el Gobierno central no presta la atención debida, al igual que hicieron los anteriores. Del mismo modo, tal vez por el tópico del “ Levante feliz “ y no conflictivo, se desentendieron del sentir mayoritario de los valencianos y sus necesidades.
El caso es que el actual tripartido gobernante, pese a sus disensiones internas, se destaca por sus ocurrencias y veleidades en plan prepotente, sectario e impositor, y extralimitándose en su obsesión reguladora e intervencionista. No hay sector o actividad que no quieran controlar a su gusto; llegando hasta el despropósito de que en determinadas huertas, las de grado 3 , no se permitirá la cría animal si están próximas a núcleos poblacionales. O sea, adiós a los conejos, gallinas, pavos y similares especies, que desde siempre han estado en los corrales o dentro de los cercados de las alquerías y otras casitas de campo. Si no se reacciona en contra, las paellas y otros guisos, sin los animalitos propios y cuidados con esmero por el labrador o su esposa, habrán perdido su encanto y ritual. Éste es sólo un ejemplo, entre los muchos polémicos de la Ley para proteger la huerta, que ha desatado fuertes críticas.
Volviendo al inicio, si los propios valencianos no se levantan en pie y dicen ¡ basta !, sufrirán la humillación y oprobio de perder su identidad. Esta siempre ha ido de la mano de su españolidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario