Determinados contenidos de expresión oral y escrita permiten intuir rasgos personales( ideológicos, sentimentales, temperamentales, etc.) del que habla o escribe. Siempre dejan una huella delatora, aunque se pretenda encubrir. Son como entreabrir una puerta al oyente o al lector, que deja entrever ciertos recovecos íntimos. Incluso el llamado lenguaje corporal transmite gestos, susceptibles de interpretar el estado anímico y la intencionalidad del que se expresa en y para el público. Los cínicos pueden engañar durante poco tiempo, ya que sus hechos no casan con lo que predican o escriben.
Sólo cada persona sabe cómo es y conoce sus propias fortalezas y debilidades. Pero aún así, puede caer en el riesgo de ser excesivamente autocrítica, fustigándose y minusvalorándose en demasía o, por lo contrario, ufanarse en la complacencia de su ego exacerbado.
En suma, la complejidad del ser humano impide aprehenderlo en su totalidad. De él vemos o intuimos aspectos parciales. Antes de explorar a los demás, deberíamos guiarnos por el aforismo “ cognosce te ipsum “( conócete a ti mismo ), pese a la dificultad que entraña la propia introspección, teniendo presente el dicho popular: “ Ni eres más porque te ensalcen, ni menos porque te vilipendien. Tu eres lo que eres, sólo tú “.
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