Se atribuye a Winston Churchill el dicho “ La política hace extraños compañeros de cama “, lo que suele suceder con frecuencia. Pero cuando las discrepancias ideológicas son totalmente opuestas es mejor no compartir cama, salvo que los intereses supremos de la Nación lo aconsejen.
Si no existen los intereses supremos antes aludidos, u otros que respondan a un cambio local o autonómico reclamado mayoritariamente por la ciudadanía, no se entenderían las cohabitaciones “ contra natura”, quedando en evidencia los intereses espurios que los presiden y un mercadeo vergonzante.
El pacto noble conlleva cesiones, desterrando posiciones numantinas y excluyentes. Sólo procede ser intransigente con los irreductibles que rechazan los principios constitucionales e intentan socavar nuestro Estado democrático y social de derecho. El trío de centro derecha debería sentarse, dialogar y consensuar en la misma mesa. Los restantes partidos, que hagan de su capa multicolor lo que crean conveniente. En fin; unos y otros están obligados a hacer encajes de bolillos. Que el resultado final sea para bien, aunque no contente a todos. Por cierto, ¿ qué pinta Valls en este enredo y quién le impulsó para sentar sus reales en Barcelona ?
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