martes, 14 de julio de 2020

RIQUEZAS Y NECESIDADES

 
 
 

El dicho “ No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”, lleva a preguntarnos qué se entiende por riqueza y qué por necesidad. La riqueza se considera asociada a la posesión abundante de dinero y bienes. Sin embargo, lo necesario para vivir digna y decorosamente no requiere la abundancia, sino la posibilidad de tener acceso, para sí y para la unidad familiar, a una vivienda, a los productos de consumo y a los de uso necesario, a la educación y formación cultural y al desempeño de una profesión, cuya remuneración justa permita la disponibilidad de todo ello, sin perjuicio de las obligaciones estatales para garantizar la sanidad, coadyuvar al bienestar común y asistir a los que realmente se encuentran en estado de necesidad o precariedad.
 
La riqueza productiva, emprendedora e inversora repercute en el avance económico-social y en la creación de empleo, favoreciendo las condiciones para el progreso a mejor de y desde las diferentes ocupaciones laborales. Pero para que ello sea posible, es necesario, entre otras cosas, que las distintas administraciones públicas no arremetan, con impuestos excesivos y trabas varias, contra las actividades e iniciativas privadas y las clases medias, ni entorpezcan la economía de libre mercado, así como que eliminen los gastos  superfluos, reduzcan sus mega estructuras y la compra del clientelismo o voto cautivo. Un país endeudado hasta las cejas no puede permitirse tanto dispendio.
 
Con independencia de lo anterior, cabe destacar otra riqueza mayor: la moral. Sin ella nada valen el poder ni el dinero, que devienen en glorias efímeras, contaminando y pervirtiendo el cuerpo y el alma social, a la vez que esclavizan y deshumanizan al hombre. Andamos necesitados de un rearme moral a todos los niveles, que promueva e incite a recuperar los valores perdidos. Es la reconquista pendiente que debe empezar por cada uno, implicando a los demás con el ejemplo. Reto que parece imposible de llevarlo a cabo, ya que muchos y poderosos son los intereses que juegan a la contra. Pero no hay adversidad que no pueda superarse si se pone tesón y fe en ello. Tanto el egoísmo egocéntrico, al igual que el laicismo beligerante, el relativismo y el “ todo vale “ no son riquezas para la humanidad, sino unas maldades a las que se necesita desenmascarar, hacer frente y vencer.   

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