A Quim Torra, Presidente de la Generalidad
catalana, le desagradó que en la homilía pronunciada en la Basílica de la
Sagrada Familia por el Cardenal-Arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, con
motivo de la Santa Misa celebraba por los difuntos a causa del Covid-19, no
hiciera mención a la “ opresión y represión “ ejercida sobre Cataluña y a la “
persecución “ de los secesionistas que, desafiando e infringiendo la Ley, fueron
condenados judicialmente por los sucesos del 1-O y días previos. Torra,
acostumbrado a desobedecer y cuestionar las normas constitucionales, pretende
que los demás obedezcan sus desvaríos independentistas, y no se salgan del guión
lloriqueante y victimista que tanto predica. Incluso quiere que todos los
púlpitos catalanes sean altavoces de las falacias separatistas, como si no
tuviera suficientes curas y monjes “ trabucaires “. Se declara católico, pero de una Iglesia a su medida y
nacionalista, cuando el catolicismo implica universalidad.
El Cardenal Omella, que también es Presidente de
la Conferencia Episcopal Española, recordó y explicó en su homilía las palabras
evangélicas adecuadas a la ceremonia religiosa que se celebraba, y acordes al
mensaje de Jesucristo. Pero Torra ya le ha puesto una “ X “, al ordenar
en vil venganza que se incoe un expediente
sancionador contra el Cardenal, ya que asistieron a la celebración de la
Eucarístia más de 10 personas, sobrepasando el número de las permitidas para los
servicios religiosos y funerales. Sí, había más, varias decenas, guardando la
debida distancia entre ellas y todas con mascarilla, cuando la Basílica tiene
capacidad para varios miles. El sentido de la proporcionalidad y oportunidad
debería haberle llevado a interesarse previamente por el número de asistentes al
funeral, y a comprobar si las medidas de seguridad iban a ser las apropiadas,
como lo fueron, para evitar contagios.
La represalia de Torra representa un intromisión
en la libertad religiosa y de culto, pero este sujeto, que tiene la manga muy
ancha para lo que le conviene, ha tenido la desfachatez y la deshonra de buscar
un pretexto fútil, creyendo que va a comprar o doblegar a quien no le complace.
Torpe, innecesaria y revanchista decisión por la celebración de un funeral digno
y ampliamente deseado. La Iglesia católica seguirá la senda marcada por Jesús,
abrazando a todos, predicando la paz, la fraternidad, la verdad, la concordia,
el amor, rezando por los vivos y honrando a los muertos.
En justa correspondencia, se ha incrementado el
número de personas que le han puesto también una “ X “ a
Torra.
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