Hay “ sensibilidades “ selectivas que no se
comprenden, como son las de no mencionar en bastantes medios de comunicación
algunas nacionalidades y etnias de las personas
que delinquen, con la pretensión, “ políticamente correcta “, de no generar
xenofobia o rechazo hacia tales países, grupos y comunidades y, por extensión, a
los originarios e integrantes de las mismas. Sin embargo, no se omiten cuando en
la sección de sucesos se refieren a otros sujetos.
En mayor o menor número, infractores penales e
incívicos existen en todas partes y colores cutáneos. Por ello, no implica, o no
debería significar, cuando se divulga la comisión de hechos criminales o de
acciones incívicas, cualesquiera que sean los autores e implicados, una
estigmatización generalizada del lugar de procedencia o del grupo social al que
se pertenece, como tampoco los distintos rasgos físicos personales y las
peculiaridades culturales existentes en el mundo. Pero en tales diferencias hay
también muchas varas de medir ideológicas y mediáticas. ¡ Todo sea para
demostrar o fingir que se está en la “ corrección política “.
En las palabras importa mucho la intención con
que se dicen y el tono de voz empleado. De ahí que una misma expresión pueda
percibirse o ser denigrante o no, hiriente o amigable, dependiendo del lugar, el
momento y las circunstancias. Pero tal como corren los vientos actuales, hay que
sopesar bien lo que se va a decir o escribir antes de hacerlo. Si surge la duda
o puede dar lugar a una mala interpretación, lo aconsejable sería seguir el
refrán: “ En boca cerrada no entran moscas “. O sea, la
autocensura.
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