En la segunda década del siglo pasado, muchos años antes de que se extendiera la costumbre del “ botellón “ al aire libre entre una parte de la juventud, se popularizó la canción “ Que le quiten el tapón al botellón”. Después hubo diversas interpretaciones de la misma con igual o diferentes letras, pero con el mismo estribillo, fueran estas de tono jocoso, burlón, o referidas a los cambios sociales, a las ansias de libertad, a frustaciones, futuros inciertos u otras causas; dependiendo la explicación, a veces la justificación, del punto de mira de quienes valoran o analizan este fenómeno de beber en grupos masivos en las vías públicas.
Punto de encuentro en el que confluyen opiniones y reflexiones con el afán de aportar un granito de arena al bien de España, de su unidad y lengua universal, la fraternal concordia, recuperar valores ya en el olvido y reivindicar las raíces cristianas de Occidente. Para ello es preciso tomar postura, aspirar a ser un actualizado CRUZADO cuyas armas sean la palabra, la pluma y ejemplar ciudadanía.
martes, 28 de septiembre de 2021
EL " BOTELLÓN "
Se recurre también, para comprender este hábito
en fines de semana y festivos, al argumento de que los jóvenes, después de haber
estado aislados en sus casas y tener sus movimientos limitados por la pandemia,
precisan relacionarse entre sí y en espacios abiertos, ya que en las discotecas
y “ pubs “ no está permitido el baile y el precio de las consumiciones no está
a su alcance, máximo si se beben varias, cuando resulta que el “ botellón”
viene arrastrándose desde hace años y, por supuesto, desde antes de la pandemia,
que no ha desaparecido aún.
Ahora se va a aflojar la prohibición del baile y
el alterne en las barras, pero parece que el “ botellón” vino para instalarse, y
seguirá efectuándose sin guardar las medidas de seguridad establecidas para cada
momento y lugar, ocasionando molestias al vecindario y suciedades, así como las
alteraciones del orden público y los desmanes por parte de grupúsculos dedicados
a la violencia y al pillaje.
Muchos años de permisividad han desembocado en lo
que sucede en torno a esas “ mega fiestas “ incontroladas, generalmente
convocadas por las redes y el boca a boca. Las quejas vecinales van en aumento,
la policía se ve desbordada, y las autoridades competentes, antaño tolerantes y
ahora preocupadas, no aciertan o no saben cómo “ ponerle el tapón al botellón
“.
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