Los posicionamientos ideológicos irreductibles
conducen al deterioro de la convivencia social y, en ocasiones, al
distanciamiento de las relaciones amistosas para evitar controversias estériles,
ya que con éstas no suele llegarse al punto de equilibrio que permite razonar,
sin enclaustrarse cada uno en su castillo
mental, enjuiciando con tranquilidad los hechos a tratar. Las discrepancias,
cuando son expuestas serenamente con argumentos razonados, sean o no compartidos
de inicio, facilitan comprender o intuir lo que las motiva, e incluso a
plantearse si se asumen en todo o en parte.
Toda discusión debería ser constructiva, para atenuar los desencuentros y
conflictos en cuestión. Con las predisposiciones numantinas, individuales o de
grupos, no se consiguen resultados satisfactorios en los diferentes escenarios
donde se dilucidan asuntos individuales o colectivos, sean éstos de mayor o
menor alcance. Con todo, hay que saber en qué se debe o no transigir y cuál es
el fiel de la balanza a tener en cuenta.
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