La fatiga pandémica afecta a muchísimas personas, 
hayan sufrido el contagio o no, influyendo también la incertidumbre sobre cuándo 
finalizará la horrorosa pesadilla, que tantas desgracias y desventuras de 
diverso orden ha causado y sigue originando. Hasta hace mella especialmente 
entre la clase médica y demás personal sanitario que prestan su servicio en los 
hospitales y ambulatorios, ya que se ven sobresaturados por la extenuante carga 
de trabajo, el subsiguiente estrés que sufren y las bajas por agotamiento o 
infección.
Hay otra fatiga, la de la excesiva y constante 
sobreinformación sobre el porcentaje de contagiados, hospitalizados y fallecidos 
por el maldito bicho y sus variantes, que no ayuda a serenar el espíritu. Las 
medidas de prevención a adoptar y la conveniencia de la vacunación han sido 
repetidas hasta la saciedad por los expertos, siendo seguidas por la mayoría de 
la población. Por otra parte, hay grupos de negacionistas y partidarios de las 
teorías conspiratorias que, sin poderlo probar, afirman que el origen de la 
pandemia y los remedios para evitarla o paliar sus efectos obedecen a un 
proyecto perverso, para experimentar, controlar y hacer sumisa a la gente. 
Exponen y expanden su opinión con finalidad proselitista, a veces política, sin 
argumentos verificables, y su pesadez fatiga también. Pero como suceden cosas 
tan insólitas,¡ váyase a saber ! No obstante, es recomendable y preferible hacer 
caso a los virólogos, epidemiólogos y a los demás expertos, que saben de lo que 
hablan, aunque queden incógnitas por aclarar. 
En fin, aguantemos todo lo que podamos y que en 
2022 no se nos fatigue el alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario