Cabe esperar que el conflicto entre Rusia y 
Ucrania y el apoyo de la OTAN a la nación ucraniana, no acaben en un 
enfrentamiento bélico entre las partes involucradas, y que todo se reduzca a un 
pulso iniciado por Putin para hacer valer los  “ derechos rusos “ de anexionarse 
toda Ucrania, y evitar la posibilidad de que ésta se integre en citada 
Organización. Hay muchos intereses geoestratégicos en juego, incluyendo los 
económicos y energéticos, que desaconsejan la guerra abierta. Mientras tanto, 
asistimos también a esa maraña de desinformación e intoxicación, propias de 
tales acontecimientos, así como a los movimientos de tropas y medios 
disuasorios, originando incertidumbre sobre el desenlace final, aunque con la 
esperanza de que triunfe la diplomacia y las armas no escupan su mortífero 
fuego.
En los contactos de alto nivel se barajarán 
exigencias y cesiones, para que el “ agua no llegue al río “. De todos modos, 
Putin quedará con la cara más alta, siendo posible que “ saque la mayor tajada 
“, aunque no quede del todo conforme. Es frio, persistente, sin escrúpulos, sabe 
bien lo que quiere y los pasos a dar para intentar conseguirlo, ejerce un 
liderazgo indiscutible, y volverá a las andadas en su sueño de recuperar el 
imperio de la que fue “ la Madre Rusia “ hasta la desintegración de la 
URSS.
Es una aspiración loable la paz. Pero como cuesta 
mucho conseguirla y mantenerla, las naciones hacen suyo el dicho “ Si vis pacem 
para bellum “. Y en eso estamos ahora, en la disuasión bélica por lo de Ucrania 
y Putin. Que todo quede en un amago y enmudezcan los tambores de guerra.
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