La delincuencia es el “ iceberg “ visible
del oculto bloque del mal.
Sus protagonistas son gente
de baja, mediana
o alta estofa.
Se da, en solitario o en concertados
grupos,
limitándose a un solo “ palo “ o
especialidad,
o tocando diversas “ teclas “ del piano
delincuencial.
En la calle, en casa o en local cerrado,
aumentan las víctimas.
Constatada está la realidad y la sensación
de inseguridad.
España es una “ joya “ para la delincuencia
autóctona,
foránea e internacional. “ Paraíso “ para el mal
obrar.
La legislación súper garantista favorece la
impunidad.
Muchos factores más influyen en el auge
criminal:
problemas mentales, quiebra de valores,
desestructuración familiar, fallos educacionales,
excesivas
permisividades, relativismos perniciosos,
falta de
espiritualidad,...
La inmigración descontrolada e ilegal
africana,
que algunos tildan de provocada y
consentida,
efectos criminógenos debe tener, si
no
hay asistencia, integración ni medios de
subsistencia.
Paremos de contar, pues hay para no
acabar.
Sobre estas problemáticas que opinen y
actúen
los que saben y están obligados a
ello.
Nada se ha dicho que no sepa el
común.
Pero soluciones efectivas no se dan
a estos males que se arrastran.
Los más graves y sangrientos “ in crescendo “
van.
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