ESCRIBIR

  

 

 

 

 

Salvo en caso de suprema hipocresía,

 

desnudas tu interior al escribir.

 

El agudo lector ejerce de psicólogo.

 

Comulgue o discrepe contigo,

 

diagnostica tus fobias y querencias,

 

estados de ánimo, las preocupaciones,

 

y lo que te alegra o agobia cada día.                    

 

No importa el retrato que se hace de ti.

 

Puedes equivocarte al enjuiciar,

 

pues como se dicen tantas cosas

 

y de diversas maneras se exponen,

 

a veces dudas cuál es la verdad,

 

inclinándote por lo que te gustaría que fuera.

 

Cuando ello sucede, pierdes la objetividad

 

y das paso a la parcialidad.

 

Aciertes o no, lo que prima es la buena intencionalidad,

 

procurar ser ecuánime, fiel a ti mismo

 

y a los rectos principios de joven asumidos,

 

sin avergonzarte por confesarlos.

 

No te enorgullezcas por lo conseguido.

 

Califícate de mediocre-mal

 

y procura mejorar la nota.

 

Ser buena persona es lo que importa.

 

Reconoce tus limitaciones al escribir,

 

al bien pensar y al actuar.

 

¡ Pobre de ti, si te crees perfecto e inmortal !