Sin criba previa, inmorales y gente turbia
pueden colarse y llegar a ser, en mayor
o menor grado, de la cosa pública
mandamases.
Detectarlos y cerrarles el paso, debería ser
obligado.
Como son hábiles en el engaño, podrían colocarse
en alguna de las múltiples áreas de lo
privado.
Pero en éstas, el cedazo funciona con mejor
tino.
Suelen dejar pasar a los, en principio, de mayor
garantía y utilidad.
Si satisfacen, continúan. Si fallan, a la calle o
marcha atrás.
En lo público se olfatea, en el caso de no estar
“
pringado “, lo que del entorno huele mal. Signos exteriores
lo señalan.
Cuando el escándalo salta, se niega. Nadie sabe
nada.
“ Es un caso puntual” del “ cabeza de turco “ de
turno.
Se “ sacuden las pulgas “. “La Justicia dirá
“.
Excusas, falsas palabras con tono
ofendido,
esperando a que pase la tormenta.
El mal hecho- por acción, omisión, por culpa “ in
eligendo “ o dejación del
deber de “ in vigilando “ – no pasará.
Flota en el aire y en el recuerdo.
Los comentarios no cesan.
En la investigación hay que ir
escalando.
¿ Se demostrará la verdad ? El común la intuye ya.
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