La delincuencia se ha salido de
madre,
no para de golpear.
Las policías se ven impotentes
en su afán de combatirla,
por la “ pontificada “ respuesta
proporcional.
Los malos han aumentado y se han
crecido.
Juegan con ventaja, rayando en la
impunidad.
Un palo, dado a tiempo, era un acierto,
para vencer al contumaz agresor.
Hoy no se les puede tocar ni un
pelo.
Pesa y rige el estigma de xenófobo y
maltratador.
Se juega la partida de manera
desigual,
con ventaja para el maleante.
La violencia cronificada campa a sus anchas en la
sociedad.
Triste realidad constatable a los ojos de la
gente,
que ciertas estadísticas tratan de
camuflar.
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