Los independentistas llaman
a su Comunidad nación y país,
y al resto de la piel de toro,
España.
Esta anomalía histórica y conceptual
ha ido calando entre la gente.
Por ejemplo, es frecuente oír Cataluña y
España.
Con ello se hace el juego,
consciente o inconscientemente,
a los que tal ficción proclaman y
sienten.
Lo más vergonzoso e intolerable es cuando la
“diferenciación”
se produce por elementos destacados
y adláteres que gobiernan la única y española
Nación.
A éstos no les oirás decir Cataluña y el resto de
España.
El lenguaje y las palabras tienen su
significado.
Adulterarlo, alegando lo “ políticamente correcto
“,
es una quimera o estulticia: derribar el
edificio,
que tanto costó levantar, cambiando la
mansión
por una cabaña de ocasión.
El común repite lo que oye.
Profesionales de los medios utilizan
a menudo dicha dicotomía.
¿Cómo no va a calar tal aberración,
si se escucha todos los días?
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