De la peripecia vergonzosa y
humillante
de Puigdemont, protagonizada
ayer en Barcelona, asquea hablar.
Supera los límites degradantes y
grotescos,
que cabía esperar.
Los muñidores de esta operación,
sea cual sea su rango y condición,
han puesto a los pies de los caballos
el crédito y prestigio de España.
Los insumisos catalanes, pese
a la entelequia de su “ nación “,
se sumaron al esperpento burlón.
Este y otros desaguisados por venir
no se arreglarán con Illa,
melifluo servidor de los intereses
personales de su señor.
Vomitiva y guarra “ ensalada “
la que ayer se nos sirvió.
¡ Tanta chapuza se atragantó !
Dicen que estamos en Europa.
¿ No será una ilusión ?
Nos parecemos a Venezuela.
Muchos pajaritos cándidos vuelan,
escapando de la cazuela.
Buitres y otros pajarracos
cuidan de las brasas,
para reavivar el fuego
abrasador en la próxima ocasión.
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