Los acosos a las mujeres
por sus compañeros y jefes
trascienden en cascada;
sus víctimas, cansadas de
sufrirlos y asqueadas,
les han plantado cara.
La casuística es variada,
no entiende de colores;
donde hay un machista
con poder y la libido desenfrenada,
más posibilidades para que se den.
En Ferraz se ha instalado un punto
violeta. Muchas son las, en aumento,
acosadas del
socialista partido,
que hizo bandera del feminismo.
Una cosa es predicar y otra dar trigo.
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